martes, 1 de septiembre de 2009

Texto de Emilio Vega Martín sobre el tema ESPIONAJE DE ESTADO

TENGO MIEDO.
Tengo miedo; lo peor es que no sé, a ciencia cierta, de qué. Miedo difuso, que es el peor. Miedo de todo y de nada. Miedo de ser vigilado y no sé con qué propósito. Y no se trata de que tenga enfrente, permanentemente, alguna cámara de vigilancia; ya conocen de mí, nombre, datos generales bastante detallados. Qué consumo: todo consta en las interminables listas que generan mis compras cotidianas. Tienen datos pormenorizados del vehículo en que me desplazo: ya pueden saber con quién me comunico vía telefónica e Internet. Y ahora me exigen que registre mi celular, so pena de cancelarlo.
Pero a la vez, tengo la presunción de que pueden existir formas de vigilancia a las que puedo estar sometido y desconozco, que pueden hurgar en facetas de mi comportamiento, a sus ojos, no sé de quién, poco edificantes. Miedo de que algún acto mío, inofensivo a mi entender, sea motivo para ser calificado como presunto inculpado de un presumible delito que ignoro.
Inclusive que el texto que ahora redacto, se convierta en elemento incriminatorio para ser señalado como individuo poco digno de crédito y me haga acreedor de alguna sanción proveniente de alguna nueva autoridad que desconozco, que nos rige con algún críptico código punitivo de nuevo cuño, que ha descubierto en nosotros alguna nueva posibilidad de proclividad delictiva, que atente contra la estabilidad social.
Indagar en mi pasado en la búsqueda de cualquier acto por nimio que sea que pueda ser reprobable a los ojos de la Autoridad parece ser importante. Debo de cuidar mis pasos, asegurarme de que mis actos y mis pensamientos no atenten contra el orden establecido o generen nuevas situaciones que puedan ser interpretadas como lesivas a éste.
Pero sobre todo, debo de convencerme de que este miedo cerval que ahora experimento es necesario para conducirme por el buen camino para ser calificado como un ciudadano excelente a salvo de toda sospecha, ciudadano que no atente contra el saludable estado de bienestar social al que nos vemos condenados.
Saludos.
Emilio Vega Martín.

No hay comentarios: