miércoles, 18 de agosto de 2010

Extracto de: El mensaje de la choza de Gandhi por Ivan Illich

Esta mañana, al estar sentado en esta choza donde vivió Mahatma Gandhi, trataba de absorber el espíritu de sus conceptos y empaparme de su mensaje. Hay dos cosas que me impresionaron grandemente. Una es el aspecto espiritual y otra lo que se refiere a sus enseres.

Me gustó muchísimo su sencillez, belleza y orden. La choza proclama el mensaje de amor e igualdad de todos los hombres.

Cuando veo las cosas desde el punto de vista de un indio común, no veo porqué una casa deba ser más grande. Está hecha de madera y de adobe. En su construcción, no fue la máquina quien trabajó, sino las manos del hombre. La llamo choza, pero es en realidad un hogar. Hay una diferencia entre casa y hogar. La casa es donde un hombre guarda equipajes y mobiliario. Sirve más para la seguridad y conveniencia de los muebles que para las del hombre mismo.

Debemos entender que todo el mobiliario y demás artículos que colectamos a lo largo de nuestras vidas nunca nos darán una fortaleza interior. Son como las muletas que ayudan a sostener a un tullido. Mientras más objetos cómodos tengamos, mayor será nuestra dependencia de ellos y más restringida será nuestra vida. Por el contrario, el tipo de mobiliario que encontré en la choza de Gandhi es de un orden distinto y hay pocas razones para depender de éste.

Desafortunadamente, la paradoja de la situación es que quienes tienen más "artículos domésticos" son considerados criaturas superiores. Al sentarme en la choza de Gandhi sentí tristeza al ponderar esta perversión. He llegado a la conclusión de que no es correcto pensar que la civilización industrial es el camino que conduce a la plenitud del hombre.

Esta choza denota el placer que es posible derivar cuando se está a la par con la sociedad. Debemos comprender que los artículos y bienes innecesarios que posee un hombre reducen su capacidad de derivar felicidad del entorno. Por ello, Gandhi dijo en repetidas ocasiones que la productividad debe mantenerse dentro de los límites de los deseos.

La choza de Gandhi demuestra al mundo cómo la dignidad del hombre común puede salir a flote. También es un símbolo de la felicidad que podemos derivar de la práctica de los principios de sencillez, servicio y veracidad.

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