La “Comisión Interamericana de Derechos Humanos” –con sede en Washington-,
que bien podría llevar el nombre de “Comisión Interamericana de los llamados a
misa” es de gran utilidad para el régimen de los Estados Unidos. A través
de este organismo autónomo de cordura o de equidad el gobierno norteamericano
puede surtir notas periodísticas negativas de los gobiernos que piensa desestabilizar
en América latina y el caribe.
Ciertamente este organismo ha dejado constancia de que los Estados Unidos
se mueve con total distancia e independencia de los tratados internacionales
que protegen los derechos del hombre frente a los Estados. Sin embargo estos
reportes se quedan archivados, olvidados y empolvados en cajones que los medios
masivos de comunicación de nuestro vecino del norte nunca abren.
El caso ejemplar de indiferencia y menosprecio a la labor de la comisión lo
da Guantánamo, campo de concentración en donde el régimen de Washington
deposita para su tortura y detención indefinida, sin juicio que medie ni el mas
remoto asomo de justificación, a musulmanes apresados al azar en las
interminables guerras de democratización del medio oriente.
Pero para que la Comisión funcione bien requiere de la complicidad de los
medios de comunicación en América Latina... Obvio es que no todos participan,
pero si los suficientes, sobre todo en televisión. Por otro lado es escaso el
repertorio de periodistas que se quieren acordar de cómo Estados Unidos da abrigo
a conocidos terroristas. Uno de los casos sería el de Posada Carriles, agente
de la CIA que entre otras hazañas ejecutó en 1976 el derribamiento de un avión
de Cubana de Aviación con sus 72 pasajeros...
Ciertamente que en ocasiones la comisión ha logrado concesiones importantes
en algunos países latinoamericanos. Se podría decir que de repente alguien sÍ
decide acudir al sermón y atender las recomendaciones, por este motivo no debe
de desaparecer. Sin embargo le urgen dos cosas: imparcialidad y un cambio de
domicilio.
Que tenga su sede en Washington le corta buena parte de su capacidad de
interlocución con países de América del Sur que han decidido no pertenecer al
traspatio de la doctrina Monroe norteamericana.
A los miembros de la OEA, pero sobre todo a los habitantes de este
continente nos urge la existencia de una real y autónoma Comisión
Interamericana de Derechos Humanos... Es necesario habilitar un organismo que
nos proteja de los constantes abusos de los Estados Unidos, que no reconocen más
ley que la de su paranoia.
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