viernes, 18 de marzo de 2011

Arabia Saudita, un país familiar

Hace 100 Años el almirantazgo británico tomó la decisión clave de cambiar las calderas vapor en su flota de navíos de guerra por máquinas de combustión interna movidas por combustóleo.
Con esta decisión se hizo de vital importancia el controlar la fuente que suministraba el petróleo: el medio oriente. Los alemanes que también estaban empeñados en el control del líquido negro construían una línea férrea a Baghdad.
A la par del comienzo de hostilidades de la primera guerra mundial en Europa, alemanes y Turcos combatían a los Británicos en Basra, puerto clave en el golfo pérsico pues daba acceso a los incipientes pozos petroleros... Los británicos, rápido forjaron alianzas locales con los jefes tribales de la zona entre los que se encontraba la familia Saud.

Esa alianza tuvo como consecuencia el actual mapa de medio oriente en donde la mayor parte del vasto territorio de la península arábiga se convirtió en el feudo y propiedad de una dinastía familiar ligada a una versión radicalizada de las enseñanzas de Maahoma: una teocracia familiar en donde toda posición de relevancia financiera y política es ocupada por alguno de los 300 príncipes de la casa Saudí. Todos emparentados por sangre.

Actualmente Arabia Saudita se gobierna por decreto real, dichos decretos siempre acompañados de la sanción religiosa Wajabí Una teocracia perfecta que construyó su trono en los cimientos que proporcionan las reservas petroleras más grandes del planeta y la mayor cantidad de crudo exportado por ningún país.

En este Siglo XXI queda la pregunta: ¿Como gobernar un país de 27 millones de habitantes bajo las premisas religiosas de un castillo de la pureza? ¿cómo manejarse en un mundo de grandes corporaciones cuando la familia es el Estado?

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