martes, 24 de enero de 2012

El consumo del cine mexicano

El alto costo del boleto ha expulsado de las salas de cine a más de 92 por ciento de los mexicanos sin poder adquisitivo. Según algunos economistas, actualmente sólo acude a las salas 8 por ciento de la población nacional. La compra de boletos en 2009 fue de 178.6 millones, lo que prorrateado equivalió a que cada uno de nosotros asistió 1.7 veces al año. Cifra ínfima comparada con las siete veces que asistíamos en promedio hace 25 años, cuando los precios de entrada eran populares, cuando un trabajador de salario mínimo podía comprar con un día de trabajo más de ocho boletos y así poder ir al cine con toda su familia.

¿Es justo que los exhibidores obtengan ingresos por 4 mil 111.09 millones de pesos sólo por ingresos en taquilla, más otro tanto por ventas, lo que supera 8 mil millones de pesos, debido a que sus actos son concertados en contra del libre juego de la oferta y la demanda. Precio alto de taquilla; excesivo en palomitas, muy grande en los refrescos, y el espectador no tiene opción.

Desde hace 25 años el gobierno asumió el modelo neoliberal impuesto por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Ahora, a los trabajadores mexicanos de salario mínimo les cuesta más de ocho horas adquirir un boleto para entrar al cine, mientras en Estados Unidos a un trabajador en condiciones similares le cuesta una hora y media de su jornada comprarlo.

Los mexicanos que podemos y queremos ver cine nacional no podemos hacerlo, ya que no hay una oferta amplia para escoger. En este momento no hay tiempo de pantalla para nuestro cine. En ocasiones , no encontramos películas mexicanas en buenas salas, ni en horarios cómodos, ni en lugares cercanos a nuestro hogar y así un largo etcétera.

Público para nuestro cine hay, pero no tiene poder adquisitivo. Los pocos que pueden asistir a las salas se dividen en dos tipos:

Los que asisten a evadirse y divertirse, que son los más. Son los que no quieren ver el México pobre y sufrido en la pantalla. Gente que refleja en su formación nuestro sistema educativo nacional.
El otro grupo de espectadores tiene mayor nivel de educación y exigencias estéticas más altas, es el que llaman "de festivales", el que ve en el cine un objeto estético, un espejo de la realidad y, básicamente, al cine como arte. Este tipo de cintas son las que viajan por el mundo, las que tienen reconocimiento en los festivales internacionales, las que mantienen viva la aportación mexicana al imaginario del audiovisual mundial. Son necesarias y desgraciadamente son las más castigadas por la exhibición. Cuando mucho se proyectan en 10 estados. De ahí que casi nadie las conoce.

Es tiempo de abandonar las políticas excluyentes, la marginación de los más. Es tiempo de recuperar la economía nacional en nuestro beneficio, no de los grandes consorcios multinacionales. Es tiempo de reactivar el mercado interno y de dar cumplimiento al artículo cuarto de la Constitución, que se refiere al acceso a la cultura.

Es tiempo de crear circuitos de exhibición a precios populares, de exhibir películas impulsadas con dinero público, con nuevos formatos para alcanzar grandes públicos.

Es tiempo de cambiar el modelo económico y cultural, para poder afirmar que todos queremos ver cine mexicano y, además, ahora sí podemos.

Extracto del artículo de Víctor Ugalde sobre el consumo de cine mexicano aparecido en CINEMATISMO en agosto de 2010

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