En 1989, durante los trabajos de la Convención Internacional sobre los
Derechos del Niño, la Organización de las Naciones Unidas definía al niño de la
siguiente manera: un niño es un ser humano que tiene pocos años, inexperto,
irreflexivo. Es un afortunado que recibe trato afectivo, sin importar su raza,
color, sexo, idioma, religión, nacionalidad, si es rico o pobre, si tiene o no
padres o impedimentos físicos o mentales. Los niños -para la ONU- son primero y
están por encima de cualquier otra consideración.
Sin embargo en México,
hablar de la infancia es hablar de historias de dolor, sufrimiento, pobreza,
abandono, injusticia, miseria, humillación y desprecio. Es hablar de miles de
menores que viven en las calles luchando por sobrevivir. Es hablar de niños
acusados, señalados, estigmatizados, reprimidos, marginados, torturados y
encerrados injustamente. Es hablar de leyes arbitrarias, prepotentes,
represivas, injustas y contrarias a derecho.
La Constitución Política de México señala que, para
su desarrollo integral, los niños y niñas
tienen derecho, entre otros, a satisfacer sus necesidades de
alimentación y salud. De la misma forma,
la Ley para la Protección de los Derechos
de Niñas, Niños y Adolescentes garantiza su derecho intrínseco a la vida en condiciones que permitan su sano y
armonioso crecimiento físico, mental,
material y social.
Es hablar de niños a
quienes se les ha negado el derecho a la dignidad, al juego, a la justicia, a
la libertad. Es hablar de niños golpeados, maltratados, extorsionados,
violados, explotados. Es hablar de niños que abandonan la escuela porque tienen
que trabajar. Es hablar de niños que duermen en las calles, que se drogan,
roban y se prostituyen. Es hablar de niños que tienen hambre, están desnutridos
y enfermos, con pocas probabilidades de tener un desarrollo físico,
intelectual, afectivo y emocional adecuado. Es hablar de niños condenados al
fracaso y a sobrevivir con serias desventajas y limitaciones para enfrentar su
vida como adultos.
Según datos del CONEVAL
23 millones de niños, niñas y adolescentes viven en situación de pobreza
patrimonial y más del 25% viven en situación de pobreza alimentaria, además el
61% de ellos se encuentra en condiciones de pobreza patrimonial. Datos
oficiales del año 2007 indican que en
México uno de cada ocho niños entre los cinco y los 17 años trabaja. No sabemos cuántos son
los niños viviendo en la calle.
Hablar de México es
hablar de un estado que no piensa en sus niños, que no quiere ni le interesa
hacer nada por ellos; de autoridades irresponsables e insensibles frente al
sufrimiento de miles de menores. También es hablar de una sociedad que olvida y
margina a los niños que ella misma produce, y con cuyo silencio y contemplación
se vuelve cómplice de la injusticia en la que los menores viven.
Del artículo “La infancia en México” de Alfredo Castillo Romero.
Datos de “Los derechos de la infancia y la adolescencia en México” de
UNICEF-CONEVAL
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