El artículo 26 de la Constitución establece que “El
Estado organizará un sistema de planeación democrática del desarrollo nacional
que imprima solidez, dinamismo, permanencia y equidad al crecimiento de la
economía para la independencia y la
democratización política, social y cultural de la Nación (…) La
planeación será democrática. Mediante la participación de los diversos sectores
sociales recogerá las aspiraciones y
demandas de la sociedad para incorporarlas al plan y los programas de desarrollo. Habrá un plan nacional de
desarrollo al que se sujetarán obligatoriamente los programas de la
Administración Pública Federal. La ley facultará al Ejecutivo para que
establezca los procedimientos de participación y consulta popular en el sistema
nacional de planeación democrática… “
Los Planes Nacionales de Desarrollo se han
elaborado desde hace un siglo en gran parte del mundo con distintas
características: desde los rígidos planes quinquenales soviéticos hasta los
franceses que siguen elaborándose. Es lógico tener una visión de medianos plazo
que ayude a ubicar para dónde queremos caminar. En México se elaboró un plan
sexenal que orientó las actividades gubernamentales de 1934 a 1940, pero no se
volvió a elaborar otro sino hasta 1980: el Plan Global de Desarrollo, de triste
recuerdo… pues cuando comenzaba a entrar en operación la economía mexicana
entró en una crisis tal, que tuvo que suspender el pago de su deuda externa.
Desde entonces, se elaboran, sexenio tras sexenio,
Planes nacionales de Desarrollo en México. El problema no es elaborarlos, sino
cumplir con lo que dice la Constitución: que sean democráticos, que promuevan
el desarrollo, que favorezcan un crecimiento equitativo, así como que
favorezcan la independencia y la democracia.
Después de 32 años de planes consecutivos, cabría
preguntarse la influencia real y democrática de la sociedad en la elaboración,
aplicación, seguimiento y evaluación de los planes; parecería que la
participación está abierta y las opiniones quedan plasmadas en los planes…
siempre y cuando no se diga nada contra lo que pre viamente traigan pensado los ilustrados
gobernantes; México no parece avanzar mucho en términos de desarrollo, de
crecimiento y menos de equidad. Somos todavía más dependientes que hace 32 años
y sobre nuestra democracia habría que preguntarle a Monex, Televisa y Soriana
para poder obtener elogios de la misma.
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