La larga frontera entre Estados unidos y
México es el escenario una larga historia de acuerdos y desacuerdos entre
vecinos. Una relación que en tiempos modernos ha sido de mutuo beneficio, donde
nuestro vecino ha obtenido una fuente inagotable de mano de obra barata a la
vez que México ha podido compensar su pésimo desempeño económico, la ausencia
de oportunidades de empleo y los salarios de hambruna con la expulsión
económica de su población.
Una frontera cerrada a los flujos migratorios
es mutuamente desventajosa: los grandes corporativos agroindustriales se
quedarían sin mano de obra para recoger la cosecha, el gobierno mexicano
confrontaría la desestabilización política que implica una masa de desempleados
hambrientos y sin perspectivas de futuro: una receta perfecta para perder la
gobernabilidad.
La controversia proviene generalmente de
nuestro vecino. Amplios segmentos de su población argumentan que el éxodo
masivo de mexicanos a su territorio presiona a la baja los salarios que ofrecen
los generadores de empleo, argumentan a su vez que los mexicanos arrebatan
empleos a los naturales. Así, la mesa se
encuentra servida para animar extensos debates en el congreso norteamericano.
Los corporativos empujan constantemente la legislación para permitir la entrada
de mano de obra extranjera mientras que los mismos congresistas que aceptan
dádivas de los corporativos para su reelección confrontan un electorado que
cada vez con mayor volumen exige se cierre la frontera gracias a que la economía
permanentemente estancada de Estados Unidos va cerrando fuentes de trabajo y
las que quedan reducen salarios.
Si agregamos a todo lo anterior las preocupaciones de seguridad
nacional de los Estados Unidos, que ven en la porosidad de su frontera sur una amenaza de infiltración terrorista, queda
la mesa servida para una legislación en su forma final contiene elementos
notables que alterarán la relación bilateral México Estados Unidos de forma
dramática en los próximos años.
Bajo el impulso del sector congresional ligado a la industria militar, se lanza la
nueva ley migratoria llamada "Ley de seguridad fronteriza, oportunidad
económica y modernización de la inmigración". El paquete de reformas incluye una provisión
presupuestal de quinientos mil millones de pesos, -casi cuarenta mil millones
de dólares- para equipar a las guardias fronterizas con un cuerno de la
abundancia de aparatos de vigilancia y control de flujos migratorios: este
equipamiento incluye sensores sísmicos, centenares de torres de vigilancia
móviles, centenares de aviones de vigilancia de control remoto equipados con
torretas de sensores, nuevos centros de control para concentrar la información
y tener un monitoreo 100% eficaz de la frontera.
En otras palabras, Será que México se
deberá de despedirse del concepto de la
migración cuya única válvula de control era la oferta de mano de obra allende
la frontera?. ¿Entramos a una etapa en donde el trabajador que desea migrar a
los Estados Unidos tendrá que hacerlo por los canales legales?
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