jueves, 26 de mayo de 2011

Sobre Fukushima

De los cuatro reactores destruidos en Fukushima se están emitiendo cantidades importantes de radioactividad, contaminando el medio ambiente hasta hacer inhabitables por lo menos 3,000 km2 del norte de Japón.
También se han vertido importantes cantidades de elementos radioactivos al Océano Pacífico. Por el fenómeno de bioconcentración en la cadena alimenticia tenemos la certeza de que esta radioactividad está llegando hasta nuestra mesa.

Diariamente, Fukushima sigue emitiendo radiación. Las autoridades japonesas y la operadora de la central nuclear no creen posible ponerle punto final al problema antes de dos años. El gobierno japonés no permite la medición independiente de los niveles de radioactividad. Ha impedido a Greenpeace realizar estos estudios. Es obvio que existen hechos que quiere ocultar.

El gobierno norteamericano ha anunciado que la Agencia de Protección del Ambiente no medirá los niveles de radiación en el aire y el agua sobre Estados Unidos. Resulta más que obvio que los índices se van a elevar y no quieren atacar el tema que será el principal en salud pública del futuro previsible.

En México se duerme el sueño de los justos. Si alguna agencia o universidad está realizando mediciones, no las están anunciando. La prensa por su parte ha mostrando una asombrosa falta de olfato noticioso y casi no ha realizado ninguna pregunta a las autoridades en torno al tema.

Es notoria la diferencia de cobertura que se dio de la catástrofe de Chernobil frente a la que se está dando de Fukushima, no obstante que a estas alturas la cantidad de radiación emitida por Fukushima es por lo menos equivalente a la de Chernobil.

Esto podría deberse a que al tener a la tercera economía del mundo en estado de shock se podría convertir en un problema económico a escala mundial. Lo que se busca es aminorar el impacto a través del manejo de percepciones.

Las autoridades sanitarias tienen una obligación normativa de cuidar la salud de la ciudadanía, y por ello tienen la obligación de monitorear las cantidades de radiación extra a la que existía antes del accidente nuclear. ¿Lo están haciendo?

La política imperante a nivel mundial ha sido la de simplemente no dar información sobre el tema. Sin embargo, este problema nos acompañará durante muchas décadas. Sus secuelas cancerígenas y en problemas de gestación sobre la población mundial son una pesada carga a la que la humanidad se comprometió desde que se diseñaron estos reactores hace más de medio siglo.

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